Blockchains públicas.

Son accesibles a cualquier usuario del mundo que disponga de un ordenador y de una conexión a Internet. Sin duda, dos de los ejemplos de cadenas de bloques públicas son las mencionadas Bitcoin y Ethereum.

Blockchains privadas.

Son aquellas blockchains que no están abiertas al público, y a las que únicamente se puede acceder mediante invitación. Más recientes que las cadenas de bloques públicas, acostumbran a diferir mucho entre ellas. Entre las más famosas, destacan Hyperledger, creada por la Fundación Linux; Ripple, un protocolo para facilitar las transferencias monetarias a nivel internacional, y R3, un consorcio de bancos que desarrolla soluciones aplicadas al sector financiero.

Blockchains híbridas.

Como su nombre indica, consiste en una combinación de las cadenas de bloques públicas y privadas. En las blockchains híbridas, los nodos participantes son invitados, pero todas las transacciones son de carácter público. Esto implica que los nodos contribuyen al mantenimiento y la seguridad de la blockchain, si bien todas las transacciones son visibles para usuarios en todo el mundo que no tienen que conocer el contenido de la blockchain, a diferencia de lo que ocurre con las cadenas de bloques privadas. Una de las blockchains híbridas más populares es BigChainDB, una especie de base de datos con las características de una cadena de bloques.